La Leishmaniosis es una enfermedad causada por un parásito (Leishmania) que afecta a diversos órganos de tu perro y provoca lesiones de diversa consideración, e incluso la muerte, si no se diagnostica precozmente. Se contagia a través de un insecto parecido a un mosquito. 

  Phlebotomo (mosca hematófaga zoofílica)

En España es una enfermedad endémica, porque siempre permanece presente gracias a reservorios y zonas donde se reproduce el vector transmisor,  y para diagnosticarla tu perro requiere un examen clínico y un test de detección específico. Lo mejor es prevenirla aplicando medidas como productos repelentes del Phlebotomo a tu mascota siguiendo las recomendaciones de tu veterinario.

Los perros con más riesgo de contraer la enfermedad son aquellos que viven todo el tiempo en el jardín, y sobre todo aquellos que duermen fuera toda la noche, ya que el hábito del mosquito es picar al anochecer y al amanecer.
Los signos clínicos que presenta un perro afectado por Leishmaniosis son:
Anorexia, adelgazamiento, depresión.
Zonas sin pelo y con intensa caspa, sobre todo en la cara y extremidades anteriores, úlceras recurrentes en la piel.
Hemorragias nasales.
Fiebre que no responde al tratamiento habitual.
Aumento del tamaño de los ganglios externos.
Cojeras intermitentes que no responden a tratamientos habituales.
Diarreas crónicas.
Lesiones inflamatorios oculares.

Perro con Leishmaniosis avanzada ( cuadro dermatológico).

Aunque tu perro no presente ningún síntoma puede tener la enfermedad, ya que el periodo de incubación de la enfermedad, desde la picadura del mosquito hasta la aparición de los primeros síntomas puede ser de varios meses, por lo que un perro clínicamente sano puede estar incubando la enfermedad.
Estos perros sin síntomas pueden ser detectados por técnicas de diagnostico precoz, siendo los perros detectados en esta fase los que presentan mejores perspectivas, ya que se los comienza a tratar cuando el parásito no ha lesionado ningún tejido de forma severa aún. Nosotros recomendamos el control mediante test sanguíneo una vez al año.

Un buen control veterinario anual y la aplicación continuada de productos adecuados de manera regular consiguen reducir de manera significativa el contagio.